Un nuevo despertar...

Suena el despertador como de costumbre, pero él (llamémoslo Ricardo o el nombre que quieran) desea seguir durmiendo un rato más y lo apaga. 5 minutos después vuelve a sonar y su obligación de ir al trabajo lo obliga a salir de la cama, se sienta en la cama, voltea y ve la almohada mientras desea volver a ella. Se lleva las manos a la cara y se levanta. Sale del baño con mejor ánimo. Se toma un café y ya arreglado sale al trabajo.

6 am le dijo un amigo (este si no lleva nombre) mientras se tapaba los ojos al salir de un local, toma de la mano a su novia (Carla, por ponerle un nombre) y la besa. Esteban (otro nombre más que a veces son necesarios) sólo desea ir a su casa para seguir la fiesta solamente con Carla. Montados en el tren, rumbo a su casa, con todo descaro se besan salvajemente, personas recién despertadas, bien vestidas y camino a sus respectivos trabajos los veían algunos con desprecio, asombrados y otros soltaban una discreta sonrisa. Ya en la puerta del apartamento, rápida y difícilmente Esteban abre la puerta.

Ricardo al salir ve a Esteban entrando y éste le dice que si quiere pasar un rato, Ricardo ve su reloj y acepto entrar ya que tenía suficiente tiempo. Al salir tiene un nuevo aspecto, algo más relajado y feliz por todo pero a la veces de nada. Todo poseía un nuevo aspecto. Se dirige al kiosco a comprar el diario de siempre, el vendedor lo saluda y le pregunta algo ahí sobre un juego, pero Ricardo notaba graciosa el rostro de su interlocutor y le responde lentamente que no sé lo que pasará, esto lo hizo pensar un el tiempo y a filosofar, mientras iba a su trabajo, aún relajado y feliz por todo pero a la vez por nada.

Al llegar a su trabajo nota que no hay nadie en las oficinas, llega a su cubículo y había una nota anónima que decía “estamos en la sala de reuniones”. Al entrar a la sala a sus compañeros de trabajos y otras personas de otros departamentos reunidos en distintos grupos conversando entre ellos. Al entrar la paz y alegría que tenía Ricardo desaparecieron, escuchaba voces en sus oídos, susurros que lo asustaba, uno que otro lo veía de manera despectiva y otros de manera acusadora. Nervioso sin motivo aparente se dirige a uno de sus amigos y le pregunta qué pasa y éste le responde “no sé, dijeron que nos reuniéramos todos aquí porque había algo importante que decirnos”. Ricardo sentía que el tiempo iba más lento de lo normal y se desesperaba más, los susurros y las miradas acusadoras ayudaban a su estado nervioso.

A los 10 minutos entra su jefe y comenta que encontraron algo en uno de los cubículos y pidió que de uno en uno fuese a su oficina, la paranoia de Ricardo fue en aumento mientras veía entrar y salir gente a la oficina del jefe. Su corazón latía más y más, el sudor de la frente daba la impresión de haber salido de la ducha. Las personas salían cabizbajas y sorprendidas con un toque de tristeza, por lo que Ricardo no se atrevía a preguntar que era lo que pasaba realmente.

Cuando por fin llegó su turno, se veía en el jefe la decepción, tristeza, rabia y asombro por algo que no sabía, esto lo asusto aún más. El jefe llevó la mano a una de las gavetas del escritorio, lo ve a los ojos y saca la mano de la gaveta con una bolsa de papel y la coloca en el escritorio. Ricardo tímidamente le pregunta con una vos desquebrajada qué es lo que contiene la bolsa. El jefe sin mediar ni una sola palabra le dice con la mirada que la agarre, cosa que Ricardo hizo y al abrirla el jefe le pregunta “¿Sabes de dónde salió eso?”. Repentinamente suena una alarma y abre los ojos.

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